Esta historia comienza en la calle como las grandes anécdotas. Estábamos todas tomándonos algo después del evento de la poetisa Cristina Difuminada, al lado nuestro habían dos jóvenes amigos charlando. Todo el ambiente se puso familiar y dulce. Decidimos hacer un cadáver exquisito entre las presentes y un@ de l@s nuestr@s entabló conversación con los dos chicos. Venían de la tierra madre, la que nos dio la vida como especie: la grandiosa África. Unimos fuerzas para acabar el poema tod@s junt@s y acabó siendo lo más espectacular de la velada.
Un cadáver exquisito por las calles nocturnas de la ciudad de la lluvia, suelo de muchas bajo la angostura de la mente, pero aquí estamos los continentes invisibles siendo visibles como no nos quieren.
Centro intuye la gloria tu clara saliva ancla silencio, espacio, ácido y cal que construye Y si la montaña es la más sagrada ¿Cuál prefieres? Pues la mía es la más bonita, sumercé linda: se llama Amor. Del deambular por calles del odio y del amor, sintiendo los pasos de hastío cotidiano. Porque se invocan espíritus que abrirán el nuevo despertar, mi África, mi tierra con mucha riqueza y su pueblo pobre por las circunstancias ¡África y América al poder!
Después de seguir la charla compartieron con nosotros una canción con tanta verdad, que los cimientos de la vieja Europa tiemblan.
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